jueves, 11 de marzo de 2010

Buscando a Quilago






No sé si el texto que escriba sea lo suficientemente rítmico y sonoro, pero más allá de la literatura voy a relatar la búsqueda, mi búsqueda, mi reencuentro con la esencia, con la fuerza y la lucha diaria.
En esa búsqueda, me encontré con mi preocupación de una realidad compleja de las comunidades, en las que la organización y unión, legados de nuestros ancestros, está desapareciendo y la seducción del mercado ha invadido casi todos los espacios de vida. Entonces mi preocupación era cómo convocar a las mujeres y niñas a participar de una actividad cultural que no les dejaría más que la inquietud rondando en sus cabezas sobre si habían sido felices, si habían hecho lo que soñaban y si lo que hacían era importante o no. Pero las mujeres y niñas de Malchinguí y Cochasquí me sorprendieron no solo por su asistencia sino por su implicación en el tema. Después de conversar con ellas sobre quien fue Quilago, el legado que nos ha dejado a todas las mujeres y que ha sido invisibilizado por un sistema de apariencia y de inmediatez, sus miradas y sus palabras dieron cuenta de que Quilago aun vivía en sus espíritus.



Sus sonrisas de niñas y lágrimas de mujeres, cuando les hablé de la la lucha y la fuerza de la milenaria Quilago. Encontré palabras de pequeños cuerpecitos que soñaban el rostro, el pelo y la luna de Quilago.
Miré los rostros ajados de las mujeres por el sol y el viento, por donde recorrían 

ríos salados de tristeza. Quizá los golpes, la opresión, el desamor golpeaban en ese instante su memoria. Quizá los sueños y las esperanzas muertas o algunas vivas.

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